4/15/2009

DE LEYENDAS URBANAS


Cuando teníamos nueve o diez años Tomás y yo éramos diferentes al resto de niños de la clase, una especie exótica de tochos que sacaba tres o cuatro cabezas al resto y que se pasaba el día luchando en broma entre clase y clase sobre la tarima de mármol. Que nadie piense que esa altura desmesurada era sinónimo de poder infantil, sino simplemente un acontecimiento exótico, por ese hecho diferenciador de la masa que te hacía, simplemente, igual que al gordo, al empollón o al gafotas, es decir, "distinto". Con los años perdimos el contacto y volvimos a coincidir en la Universidad. Allí volvimos a sentarnos juntos, a compartir peyas y apuntes y nuestra pasión no sólo por la escritura, sino por la creatividad en todas sus vertientes. Seguíamos siendo los más largos de la clase, pero el cante ya no era tan flamenco, los demás también habían estirado sus cuerpos. Cuando publiqué "El desguace" no me gustó nada el diseño ni la portada que me envió la editorial (algún día la pondré como ejemplo de cómo hacer algo sin ganas), y Tomás, ilustrador aparte de escritor y cuentahistorias, me hizo la ilustración y el diseño de forma totalmente desinteresada y con carácter de urgencia. Ahora él publica su segundo libro: "El libro negro de las leyendas urbanas", (Editorial Styria) una recopilación de todos esos chascarrillos (Pinchad en el título) que todos, todos, nos hemos creído alguna vez, e incluso nos hemos hecho eco de las mismas para ser el centro de atención en una conversación insulsa que suele comenzar con un "¿Sabías que...?". Un libro altamente recomendable para pasar un rato estupendo.

PD: La leyenda urbana que particularmente más me ha marcado es la que habla sobre esa sustancia roja que te perseguía si te meabas en la piscina. Siempre haciendo fuerza para que no escapara ni una sola gota de pis. Pero me di cuenta de su falsedad cuando mi hermano, en vez de mear dentro de la piscina de forma disimulada cuando era niño, salía, se ponía en el borde, sacaba la cola y meaba encima del primer desaprensivo que se ponía debajo, y nunca salió ningún círculo rojo alrededor de la víctima.

11 comentarios:

hombredebarro dijo...

Osti, y yo tantos años aguantándome. Gracias por la información.

Araceli Esteves dijo...

Para mí la mejor es la de la chica de la curva. Quién sabe si al final esas leyendas urbanas no tienen algo o mucho de cierto.
Hay un interesante y profundísimo estudio sobre una supuesta demolición controlada de las torres gemelas, que abre bastantes incógnitas.

Anónimo dijo...

Es estupendo compartir cosas con compañeros de antes.
(Me haces un favor? borra el acento de la o entre los números escritos con letras : nueve o diez.Quisquillosa que es una!!!)
Besossssssssss

Manu Espada dijo...

Mita, tienes razón con lo del acento de la o, es la costumbre de poner el acento a la o cuando va acompañado por números, pero es cierto que en esta ocasión son números escritos con letras, así que no hace falta ni la o será confundida con un cero. Reconozco que yo también soy muy quisquilloso con estos temas.

Sinuosa dijo...

Y hablando de leyendas urbanas de piscina: ¿recordáis aquella de que podías quedarte embarazada si se te "colaba" alguna gota de semen que estuviera "nadando" fuera de su hábitat natural?
Tremendo.
jajaja

BB dijo...

Me encanta lo que cuentas de tí
y de tu amigo Tomás, de esa
amistad de niños, recuperada
más tarde y de ese libro que
acaba de publicar sobre las leyendas urbanas.
Yo pienso que las leyendas son
necesarias y además divertidísimas
por más inverosímiles que nos
parezcan.
La de las torres gemelas, que
menciona Araceli, la conocía.
Y esa que echaron a volar hace
tiempo, sobre la caminata en la
luna que afirman, nunca se dió,
que todo fue filmado aquí en
nuestro querido planeta?
Y de que nos hemos creído algunas,
pues, claro que sí.
Un abrazo
BB

Anónimo dijo...

Manu, siempre que voy a la pisci, me ocurre eso de que si me mando el pis, me pillen... a ver si existe explicaciôn ciéntifica para librarme de la neura, y soltar tranquila el lîquido amarillo, que tal vez al mezclarse con el azul, dé verde, ( un toque esperanzador...) pero rojo????
Jo, ya me dejaste pensando en los colores y en los capullines, que pretenden, qué sé yo, sobre lo de las torres gemelas.

Besos

Belén dijo...

Cuando era peque no se sabía nada del aceite de colza, y un bulo sacó que estaban en los helados... vaya disgusto!

Besicos

Raúl dijo...

Pero se llevaría alguna colleja, supongo. Hablo de tu hermano.

mati dijo...

jo... leyendas urbanas... me lo tengo pillar ese libro, me encantan. si reconozco que yo era una de esas que iba contando leyendas en las veladas que haciamos las amigas de insti.
la de la curva , la de la mano negra, las de espiritus...
la de la piscina era horrible. jajajaja
un besazo

pepa mas gisbert dijo...

¿Por qué se llaman leyendas urbanas si la mayoría ocurren en el campo o la carretera?.

Saludos